OTRA DE FANTASMAS. Pero en este caso se trata de un fantasma con nombre y apellido.
Prueba de ello son aquellos fantasmas a los que se asignaba una residencia fija, por lo general un viejo castillo, donde daban vida, es un decir, a las más extrañas leyendas. En este caso en concreto se trata del Fantasma de Lagata, en al provincia de Zaragoza. Lo escribo con mayúscula porque ya he dejado dicho que tenía nombre y apellido. La leyenda se trocó en historia a primeros de enero de 1892, cuándo el verdadero Fantasma fue juzgado por la Audiencia de Zaragoza. Según el relato que ha venido hasta nosotros, varios jóvenes de Lagata se reunieron en la plaza Mayor entre las diez y las once de la noche de San Pedro de 1891. Al poco se presentó ante ellos un embozado, y todos echaron a correr por el miedo al fantasma. Poco después se les volvió a aparecer en las afueras de la villa. Al huir, saltando unos tapiales, el mozo Jesús Gómez se enfrentó con el fantasma y acabó con dos heridas en el brazo izquierdo. EL embozado resultó ser Fernando Moliner, que fue absuelto en el juicio.